jueves, 6 de octubre de 2011

Hervé Kempf un genio incomprendido


Juzgando por las meras apariencias sería imposible adivinar que Hervé Kempf periodista francés de Le Monde es un furioso militante intelectual en contra del capitalismo. En realidad, es más factible confundirlo con un sereno hombre de negocios antes que con el autor de libros con títulos rimbombantes como Para salvar el planeta, salir del capitalismo o Cómo los ricos destruyen el planeta. 

En una entrevista realizada en argentina se le preguntó lo siguiente:

Luchar contra el capitalismo suena como una tarea tan gigantesca... ¿cuál sería una forma concreta de esta lucha?
Una cosa muy fácil de hacer —no es fácil en los primeros días, como dejar de fumar— pero una cosa muy buena y eficiente para ser libre es apagar la televisión, tirar la televisión a la calle y olvidarse de ella y comenzar de vivir sin televisión. Eso es una forma bien concreta y eficiente para que un individuo empezar a cambiar.
Algo interesante es que el capitalismo en su última etapa, en los últimos 30 años, ha privatizado más y más áreas de actividad social. Privatizó el sexo, privatizó el deporte… Y usó la televisión para controlar las mentes de las personas y para empujar a la gente hacia este tipo de actividad. Y hacerles creer que la política y los temas técnicos no son muy interesantes. Está muy claro que la oligarquía dentro del capitalismo siempre ha intentado controlar la televisión. Saben que es la manera más eficiente de controlar la mente de las personas.
Antes, la interacción social se realizaba en cafés, en familia, en la iglesia, en el sindicato, en la calle… Las cosas eran más vividas. Ahora estamos en una situación en la cual en todos los países la gente ve por lo menos tres horas y media de televisión por día. Esto quiere decir que todos nuestros hermanos y hermanas están siendo controlados por la televisión.
Me sorprendió mucho ver en Chile y en Argentina televisores en los cafés. Es muy paradójico, porque uno va a un café, tradicionalmente, por motivos sociales, o para estar solo y escribir y soñar o para mirar a las chicas o escuchar las otras conversaciones... Pero ahora los espacios públicos que está construyendo el capitalismo son siempre ruidosos, siempre llenos de música, siempre con televisión. Entonces, abandonar la televisión es una medida para salir del sistema. Pero también valdría la pena cuestionar si la televisión y la publicidad deberían debatirse políticamente. No sé cuáles son las soluciones exactas, pero lo que sí sé es que podríamos debatir todo este tema como un tema público. La televisión es realmente un problema político.

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